sábado, 9 de julio de 2011

Enamorado

Caminando... de repente veo tv figura, y mi corazón late con más prisa, trato de no ser muy obvio, por eso te veo de reojo, hasta qve no agvanto y voy a tv encventro.

Frente a frente, te toco, tv piel es tan svave, veo tv espalda, veo tv pecho, te acaricio, respiro hondo, sigves siendo hermosa a pesar del tiempo que nos conocemos, se acerca vna señorita con cara de "¿qvé haces?", no me importa, te sigo viendo, y porsvpuesto, te sigo tocando; la miro con ojos de "esto es entre ella y yo", vvelvo a respirar, tomo tv collar... S/. 239.00, veo la billetera, veo a la señorita impertinente, vvelvo a verte, me acerco a tv pecho y te svsvrro... "algvn día serás mía", doy media vvelta, y sigo mi camino, enamorado y felíz.

Arriba ALIANZA.

viernes, 18 de febrero de 2011

¿Cómo no te voy a amar?

No te qviero, la verdad no existe palabra para describir con certeza que es lo qve siento por ti… svena cvrsi, pero es así.

Desde mi pvnto de vista, todos nacemos con vn “chip” – llamémoslo así- qve te hace hincha de algvn eqvipo en especial, pvede qve el entorno donde crecemos pveda tratar de inflvir en la elección qve haga vno, pero al fin y al cabo, tv “chip” te va a ir contra la corriente si es necesario.

En mi caso nací y crecí aprendiendo a amarte, y hasta ahora no me es svficiente, y es qve cada seman, esperando verte salir a la cancha de cvalqvier parte del mvndo, me hace vivir dos veces por 93 o 94 minvtos.

El qve no sabe de fvtbol, lo ve como cosa rara, te tildan de loco, de espécimen raro, y en especial, en nvestro país, te etiqvetan como ilvso, como vn pobre tonto qve sigve vna senda sin rvmbo. ¿Y qve me qveda?, pves de “saqve” les doy la razón, soy vn loco qve ama sin esperar nada a cambio, soy el “Romeo” qve todas las noches – perdón - todos los fines de semana, le canta a sv “Jvlieta” – perdón - a sv ALIANZA, esperando qve algvn día baje y me entregve vn beso – perdón - vna copa, y mientras tanto, soy vn fiel al castigo, yendo por caminos qve me llevan de la máxima algarabía, a las más grandes tristezas.

Hace vnas semanas fvi con tv mamá al partido por la pre-libertadores contra el jagvares mexicano (Libertadores 2011). Al final del partido, Yane me hizo vn comentario qve lvego le dí varias vveltas en la cabeza dvrante el regreso a casa, y estaba referido a mi “chip”, si, el qve dice “made in ALIANZA LIMA”…. “Jhordan, el qve estvvo a mi lado dvrante todo el partido, no es mi esposo”… la besé, no podía refvtarle nada, es verdad. Esa noche en especial salí mandando a todos al tacho de basvra, decepcionado, triste, enojado, por tener este “chip”, qve me hace volver arrepentido a la sigviente semana, sin importar la hora, lvgar, rival. Antes de ayer ya estaba hechado en la cama, mientras tv dormías a mi lado, viendo a mi ALIANZA, sin volvmen para no despertarte, contra el debvtante en primera (2011).

Vamos 110 años, yo tan sólo te he amado 25… ¡Señor!, me qveda tan minvscvla vna vida para amarte, pero siento qve te conozco desde aqvel 15-02-1901, cvando naciste así de repente, sin previo aviso, para ser inmortal.

¿Cómo no voy a amarte?... como dice el poema de Quiqve Wolff (ex jvgador de fvtbol)… “¿Cómo vas a saber lo qve es amor, si nvnca te hiciste hincha de vn clvb?; ¿cómo vas a saber lo qve es morir vn poco, si nvnca fviste a bvscar la pelota (con la mirada) dentro del arco?; ¿Cómo vas a saber lo qve es mvsica, si jamás cantaste desde la popvlar?; ¿Cómo vas a saber lo que es la injusticia?, si nunca te saco tarjeta roja, un referí localista; ¿Cómo vas a saber lo que es la vida?, si nunca, jamás jugaste al fútbol.”

viernes, 11 de febrero de 2011

Grata sorpresa (real)

Febrero del 2008, primer día de trabajo, estaba vn poco nervioso como creo qve es normal en estas sitvaciones, llego a la pverta de segvridad, les doy mi nombre y les indico que soy el nvevo asistente de rr.hh., me miran de pies a cabeza, y lvego me dicen que svba con la señora “K”.

Me presento en la oficina de “K”, conversamos vn rato sobre mis fvnciones, pero de vn momento a otro corta la conversación y llama a vn anexo. Cvelga, me comenta que “R” es mvy bvena onda (el gerente de la tienda), qve es bien exigente, pero es mvy buena persona. ¿Será cierto?... me pregvnto.

Al rato el teléfono svena, contesta, y le indica a la persona del otro lado del teléfono con vn “allá vamos”.

Vamos a la oficina del Sr. “R”, te lo voy a presentar.” (el gerente)

Llegamos, nos presentamos, pero al instante me qvedo mirando vn cvadro qve estaba sobre vna silla, al costado de sv escritorio. No sé qve cara pvse, pero el Sr. “R” me pregvnta si soy hincha de algvn eqvipo, le qviero responder qve soy FANÁTICO de ALIANZA, pero sólo le contesto qve si (era mi primer día de trabajo), se ríe, me da la mano, y me dice: “espero qve seas de ALIANZA, porqve sino te me vas”, se ríe, mira a “K”, yo me rio también, meto mi mano al bolsillo de mi pantalón, tomo mi llavero (es vn escvdo de ALIANZA LIMA), y le digo, “entonces me qvedo”.




Nos retiramos, camino al área, “K” me comenta qve el Sr. “R” es hincha de ALIANZA, y qve ese cvadro fve el regalo qve le hicieron todos los trabajadores por el día de sv cvmpleaños qve había sido hace vnos días atrás.

¿Qvé tenía el cvadro?... Vna camiseta de ALIANZA LIMA, con vna placa donde se le deseaba vn felíz cvmpleaños ; y sobre la camiseta habían estampado vn “capitán, te admiran tvs hinchas”…

A la semana, paso por la pverta de la oficina de “R”, y el cvadro ya estaba en la pared, jvsto antes de ingresar a la oficina de gerencia.

Eso es ALIANZA, el del canillita, policía, obrero, doctor, abogado, gerente, delincvente, chatarrero, colegial, estibador, ingeniero, chofer, el del pervano qve tiene la sverte de vivir con los svyos, o el del qve vive a kilómetros de sv familia y pvede sentir por lo menos vn momento el calor de sv gente cvando ve por vna calle extraña, por televisión, o en sv primer día de trabajo, vna camiseta AZVL Y BLANCO.

P.D.: Vn fverte abrazo para mi bven amigo “G” (¿coloco tv nombre doc?), qve fve el qve tomó la foto hace vnos días.

sábado, 5 de febrero de 2011

Cvento

El vltimo martes, cvando svbí a la oficina lvego de almorzar, me encontré con vn mail enviado por tv tío Ghino... "revísalo, está chévere", me colocó en el mail y lvego pvso el link.

No soy hincha de Central, simpatizo con Boca y Chaca (cosa rara), pero a mi, qve veo el fvtbol desde el lado del fanatismo, me gvstan estos escritos.

Qve más qverría yo...


Transcribo el texto, es vn poco largo, para el qve le gvsta el fvtbol, y sabe lo qve se vive momentos antes, dvrante, y al final de vn partido, dejando la garganta en la cancha, sé qve le va a gvstar.

"Sí yo sé que ahora hay quienes dicen que fuimos unos hijos de puta por lo que hicimos con el viejo Casale, yo sé. Nunca falta gente así. Pero ahora es fácil decirlo, ahora es fácil. Pero habla que estar esos días en Rosario para entender el fato, mi viejo, que hablar al pedo ahora habla cualquiera.
Yo no sé si vos te acordás lo que era Rosario en esos días anteriores al partido. ¡Y qué te digo “esos días”! ¡Desde semanas antes ya se venía hablando, del partido y la ciudad era una caldera, porque eso era lo que era la ciudad! Claro, los que ahora hablan son esos turros que después vos los veías por la calle gritando y saltando como unos desgraciados, festejando en pedo a los gritos y después ahora te salen con que son... ¿qué son?... moralistas... ¿De qué se la tiran, hijos de mil putas? Ahora son todos piolas, es muy fácil hablar. Pero si vos vieras lo que era la ciudad en esos días, hennano, prendías un fósforo y volaba todo a la mierda. No se hablaba de otra cosa en los boliches, en la calle, en cualquier parte. Saltaban chispas, te aseguro. Y la cosa arrancó con el fato de las cábalas. O mejor dicho, de los maleficios.
—Hay que entender que no era un partido cualquiera, hermano, era una final final. Porque si bien era una semifinal, el que ganaba después venía a jugar a Rosario y le rompía el culo a cualquiera. Fuera Central como Ñul, acá le hacía la fiesta a cualquiera. ¡Y cómo estaban los lepra! ¡Eso, eso tendrían que acordarse ahora los que hablan al reverendo pedo y nos vienen a romper las pelotas con el asunto del viejo Casale! ¿No se acuerdan esos turros cómo estaban los lepra? ¿No se acuerdan ahora, mi viejo? Había que aguantarlos porque se corrían una fija, pero una fija se corrían, hermano, que hasta creo que se pensaban que nos iban a llenar la canasta. No que sólo nos iban a hacer la colita sino que además nos iban a meter cinco, en el Monumental y para latelevisión. ¡Pero por qué no se van a la concha de su madre! ¡Qué mierda nos van a hacer cinco esos culosroto! ¡Así se la comieron doblada! ¡Qué pija que tienen desde ese día y no se la pueden sacar!
Pero la verdad, la verdad, hermano, con una mano en el corazón, que tenían un equipazo, pero un equipazo, de padre y señor mío.
Hay que reconocerlo. Porque jugaban que daba gusto, el buen toque y te abrochaban bien abrochado. Estaba Zanabria, el Marito Zanabria; el Mono Obberti ¡Dios querido, el Mono Obberti, qué jugador! Silva el que era de Lanús, el albañil. ¡Montes! Montes de cinco; Santamaría el Cucurucho Santamaría, qué sé yo, era un equipazo, un equipazo hay que reconocer, y la lepra se corría una fija. ¿Sabés cuántos había en la ruta a Buenos Aires, el día del partido? Yo no sé, eran miles, millones, yo no sé de dónde habían salido tantos leprosos. Si son cuatro locos y de golpe, para ese partido, aparecieron como hormigas los desgraciados. Todos fueron. ¡Lo que era esa ruta, papito querido! Entonces, oíme, había que recurrir a cualquier cosa. Hay partidos que no podés perder, tenés que ganar o ganar. No hay tutía. Entonces si a mí me decían que tenía que matar a mi vieja, que había que hacer cagar al presidente Kennedy, me daba lo mismo, hermano. Hay partidos que no se pueden perder. ¿Y qué? ¿Te vas a dejar basurear por estos soretes para que te refrieguen después la bandera por la jeta toda la vida? No, mi viejo. Entonces, ahí, hay que recurrir a cualquier cosa. Es como cuando tenés un pariente enfermo ¿viste? tu vieja, por ejemplo, que por ahí sos capaz hasta de ir a la iglesia ¿viste? Y te digo, yo esa vez no fui a la iglesia, no fui a la iglesia porque te juro que no se me ocurrió, mirá vos, que si no... te aseguro que me confesaba y todo si servía para algo. Pero con los muchachos enganchamos con la cuestión de las brujerías, de la ruda macho, de enterrar un sapo detrás del arco de Fenoy, de tirar sal en la puerta de los jugadores de Ñubel y de todas esas cosas que siempre se habla. Por supuesto que todas las brujas del barrio ya estaban laburando en la cosa y había muñecos con camiseta de Ñubel clavados con alfileres, maldiciones pedidas por teléfono y hasta mi vieja que no manya mucho del asunto tenía un pañuelo atado desde hacía como diez días, de ésos de “Pilato, Pilato, si no gana Central en River no te desato”. Después la vieja decía que habíamos ganado por ella, pobre vieja, si hubiera sabido lo del viejo Casale, pero yo le decía que sí para no desilusionarla a la vieja.
Pero todo el fato de la ruda macho y el sapo de atrás del arco eran, qué sé yo, cosas muy generales, ya había tipos que lo estaban haciendo y además, el partido era en el Monumental y no te vas a meter en la pista olímpica a enterrar un sapo porque vas en cana con treinta cadenas y no te saca ni Dios después, hermano. Entonces, me acuerdo que empezamos con la cosa de las cábalas personales. Porque me acuerdo que estábamos en el boliche de Pedro y veníamos hablando de eso. Entonces, por ejemplo, resolvimos que a Buenos Aires íbamos a ir en el auto del Dani porque era el auto con el que habíamos ido una vez a La Plata en un partido contra Estudiantes y que habíamos ganado dos a cero. Yo iba a llevar, por supuesto, el gorrito que venía llevando a la cancha todos los últimos partidos y no me había fallado nunca el gorrito. A ése lo iba a llevar, era un gorrito milagroso ése.El Coqui iba a ir con el reloj cambiando de lugar, o sea en la muñeca derecha y no en la izquierda, porque en un partido contra no sé quién se lo había cambiado en el medio tiempo porque íbamos perdiendo y con eso empatamos.o sea, todo el mundo repasó todas las cábalas posibles como para ir bien de bien y no dejar ningún detalle suelto. te digo más, estuvimos parados en la tribuna en el partido contra Atlanta para pararnos de la misma manera en el partido contra la lepra el boludo de michi decía que él había estado detrás del Valija y el Miguelito porfiaba que el que había estado detrás del Valija era él. Mirá vos, hasta eso estudiamos antes del partido, para que veas cómo venía la mano en esos días. ¿Y sabés qué te lleva a eso, hermano, sabés qué te lleva a eso? El cagazo, hermano, el cagazo, el cagazo te lleva a hacer cualquier cosa, como lo que hicimos con el viejo Casale.
Porque si llegábamos a perder, mamita querida, nos teníamos que ir de la ciudad, mi viejo, nos teníamos que refugiar en el extranjero, te juro, no podíamos volver nunca más acá. Íbamos a perecer

esos refugiados camboyanos que se tomaron el piro en una balsa. Te juro que si perdíamos nosotros agarrábamos el “Ciudad de Rosario” y por acá, por el Paraná, nos teníamos que ir todos, millones de canallas, no sé, a Diamante, a Perú, a Cuzco, a la concha de su madre, pero acá no se iba a poder vivir nunca más con la cargada de los leprosos putos, mí viejo. Ya el Miguelito había dicho bien claro que él se la daba, que si perdíamos agarraba un bufo y se volaba la sabiola y te digo que el Miguelito es capaz de eso y mucho más porque es loco el Miguelito, así que había que creerle. O hacerse puto, no sé quién había comentado la posibilidad de hacerse trolo y a otra cosa mariposa, darle a las plumas y salir vestido de loca por Pellegrini y no volver nunca más a la casa. Pero, te digo, nadie quería ni siquiera sentir hablar de esa Posibilidad. Ni se nombraba la palabra “derrota”.
Era como cuando se habla del cáncer, hermano. Vos ves que por ahí te dicen “la papa”, o “tiene otra cosa”, “algo malo”, pero el cangrejo, mi viejo, no te lo nombra nadie. Y ahí fue cuando sale a relucir lo del viejo Casale. El viejo Casale era el viejo del Cabezón Casale, un pibe que siempre venía al boliche y que durante años vino a la cancha con nosotros pero que ya para ese entonces se había ido a vivir al norte, a Salta creo, lo vi hace poco por acá, que estaba de paso. Y ahí fue que nos acordamos de que un día, en la casa del Cabezón, el viejo había dicho que él nunca, pero nunca, lo había visto perder a Central contra Ñul. Me acuerdo que nos había impresionado porque ese tipo era un privilegiado del destino. Aunque al principio vos te preguntas, “¿Cómo carajo hizo este tipo pata no verlo perder nunca a Central contra Ñul? ¿Qué mierda hizo? Este coso no va nunca a la cancha”. Porque, oíme alguna vez lo tuviste que ver perder, a menos que no vayás a. los clásicos. Y ojo que yo conozco muchos así, que se borran bien borrados de los clásicos. O que van en Arroyito, pero que a la cancha del Parque no van en la puta vida. Y me acuerdo que le preguntarlos eso al viejo y el viejo nos dijo que no, y nos explicó. El iba siempre, un fana de Central que ni te cuento, pero se había dado, qué sé yo, una serie de casualidades que hicieron que en un montón de partidos con Ñul él no pudiera ir por un montón de causas que ni me acuerdo. Que estaba de viaje por Misiones —el viejo era comisionista—; que ese día se había torcido un tobillo y no podía caminar, que estaba engripado, que le dolía un huevo, qué sé yo, en fin, la verdad, hermano— que el viejo la posta posta era que nunca le había tocado ver un partido en que la lepra nos hubiera roto el orto. Era un privilegiado el viejo y además, un talismán, querido, porque así como hay tipos mufa que te hacen perder partidos adonde vayan, hay otros que si vos los llevás es número puesto que tu equipo gana. No es joda. Y el viejo Casale era uno de éstos, de los ojetudos.
Entonces ahí nos dijimos “Este viejo tiene que estar en el Monumental contra Ñubel. No puede ser de otra forma. Tiene que estar”... Claro, dijimos, seguro que va a estar, si es fana de Central, canalla a muerte. Pero nos agarró como la duda viste? porque nosotros no era que lo veíamos todos los días al viejo, te digo más, desde que el Cabezón se había ido al norte a laburar, al viejo de él no lo habíamos vuelto a ver ni en la cancha, ni en la calle ni en ninguna parte. Además, el viejo ya estaba bastante veterano porque debía tener como ochenta pirulos por ese entonces. Bah, en realidad ochenta no, pero sus sesenta, sesenta y cinco años los tenía por debajo de las patas.
Entonces, con el Valija, el Colorado y el Miguelito decimos “vamos a la casa del viejo a asegurarnos que va y si no va lo llevamos atado”. Porque también podía ser que el viejo no fuera porque no tuviera guita, qué sé yo. Nosotros ya habíamos pensado en hacer una rifa a beneficio, una kermesse, cualquier cosa. El viejo tenía que ir, era una bandera, un cheque al portador.
La cuestión es que vamos a la casa y... ¿a qué no sabés con lo que nos sale el viejo? Que andaba mal del bobo y que el médico le había prohibido terminantemente ir a la cancha, mirá vos. Nos sale con eso. Que no. Que había tenido un infarto en no sé qué partido, en un partido de mierda después que una pelota pegó en un palo, que había estado muerto como media hora y lo habían salvado entre los indios con respiración artificial y masajes en el cuore, que no había clavado la guampa de puro pedo y que le había quedado tal cagazo que no había vuelto a ir a la cancha desde hacía ya, mirá lo que te digo, dos años.
¡Hacía dos años que no iba a la cancha el viejo ese! Y no era sólo que él no quería ir sino que el médico y, por supuesto, la familia, le tenían terminantemente prohibido ir, lógicamente. No sé si no le prohibían incluso escuchar los partidos por radio, no sé si no se lo prohibían, para que no le pateara el bobo, porque parece que el viejo escuchaba un pedo demasiado fuerte y se moría, tan jodido andaba. Vos le hacías ¡Uh! en la cara y el viejo partía. ¡Para qué! Te imaginás nosotros, la desesperación, porque eso era como un presagio, un anuncio del infierno, hermano, era un preanuncio de que nos iban a hacer cagar en Buenos Aires, mi viejo. Entonces empezamos a tratar de hacerle la croqueta al viejo, a convencerlo, a decirle “Pero mire, don Casale, usted tiene que estar, es una cita de honor. ¡Qué va a estar mal usted del cuore, si se lo ve cero kilómetro! Vamos, don Casale —me acuerdo que lo jodía Miguelito— ¿cuántos polvos se echa por día? usted está hecho un toro”. Pero el viejo, ni mierda, en la suya. Que no y que no.
Le decíamos que el partido iba a ser una joda, que Ñubel tenía un equipo de mierda y que ya a los quince minutos íbamos a estar tres a cero arriba, que el partido era una mera formalidad, que el gobierno ya había decidido que tenía que ganar Central para hacer feliz a mayor cantidad de gente. No sé, no sé la cantidad de boludeces que le dijimos al viejo para convencerlo. Pero el viejo nada, una piedra el hijo de puta. Para colmo ya habían empezado a rondar la mujer del viejo, madre del Cabezón, y una hermana del Cabezón, que querían saber qué carajo queríamos decirle nosotros al vicio en esa reunión, porque medio que ya se sospechaban que nosotros no íbamos para nada bueno. En resumen que el viejo nos dijo que no, que ni loco, que ni siquiera sabía si iba apoder resistir la tensión de saber que se jugaba el partido, aun sin escucharlo. Porque el viejo los diarios los leía, tan boludo no era, y sabía cómo venía la mano, cómo era la cosa, cómo formaban los equipos, suplentes, historial, antecedentes, chaquetillas, color, todo. Nos dijo más. “Ese día —nos dijo— bien temprano, antes de que empiecen a pasar los camiones y los ómnibus con la gente yendo para Buenos Aires, yo me voy a la quinta de un hermano mío que vive en Villa Diego”. No quería escuchar ni los bocinazos el viejo. “Me voy tempranito a lo de mi hermano, que a mi hermano le importa un sorete el fútbol, y me paso el día ahí, sin escuchar radio ni nada”. Porque el viejo decía y tenla razón, que si se quedaba en la casa, por más que se encerrara en un ropero, algo iba a oír, algún grito, algún gol, alguna cosa iba a oír, pobre desgraciado, y se iba a quedar ahí mismo seco en el lugar. Así que se iba a ir a radicar en la quinta de ese hermano que tenía, para borrarse del asunto.
Muy bien, muy bien. Te digo que salimos de allí hechos bosta porque veíamos que la cosa venía muy mal. Casi era ya un dato seguro como para decir que éramos boleta. Para colmo, al Valija, el día anterior le había caído una tía del campo y él se acordaba que, en un partido que perdimos con San Lorenzo, esa misma tía le había venido el día antes. Era un presagio funesto el de la tía.
Fue cuando decidimos lo del secuestro. Nos fuimos al boliche y esa noche lo charlamos muy seriamente. El Dani decía que no, que era una barbaridad, que el viejo se nos iba a morir en el viaje, o en la cancha, y después se iba a armar un quilombo que íbamos a terminar todos en cana y que, además, eso sería casi un asesinato. Pero al Dani mucha bola no le dimos porque ha sido siempre un exagerado y más que un exagerado, medio cagón el Dani. Pero nosotros estábamos bien decididos y más que nada por una cosa que dijo el Valija: el viejo estaba diez puntos. Había tenido un infarto, es cierto. Pero hay miles de tipos que han tenido un infarto y vos los ves caminando tranquilamente por la yeca y sin hacer tanto quilombo como este viejo pelotudo, con eso de meterse adentro de un ropero, o no ir a la cancha, o dejar que te rigoree la familia como la esposa y la otra, la hermana del Cabezón. Por otra parte, y vos lo sabés, los médicos son unos turros pero unos turros que se ve que lo querían hacer durar al viejo mil años para sacarle guita, hacerle experimentos y chuparle la sangre. Y además, como decía el Miguelito y eso era cierto, vos lo veías al viejo y estaba fenómeno. Con casi sesenta afios no te digo que parecía un pendejo pero andaba lo más bien. Caminaba, hablaba, se sentaba, qué sé yo, se movía. ¡Chupaba! Porque a nosotros nos convidó con Cinzano y el viejo se mandó su medidita, no te digo un vasazo pero su medidita se mandó. La cosa es que el Miguelito elaboró una teoría que te digo, aún hoy, no me parece descabellada. ¡El viejo era un curro, hermano! Un turrazo que especulaba con el fato del bobo para pasarla bien y no laburarla nunca más en la vida de Dios. Con el sover del bobo no ponía el lomo, lo atendían a cuerpo de rey y —la tenía a la vieja y a la hermana del Cabezón pendientes de él —viviendo como un bacan, el viejo. Y... ¿de qué se privaba? De algún faso; que no sé si no fasearía escondido; y de no ir a—la cancha. Fijate vos, eso era todo. Y vivía como Carolina de Mónaco el otario. Bueno, con ese argumento y lo que dijo el Colorado se resolvió todo.
El Colorado nos habló de los grandes ideales, de nuestra misión frente a la sociedad, de nuestro deber frente a las generaciones posteriores, los pendejos. Nos dijo que si ese partido se perdía, miles y miles de pendejos iban a sufrir las consecuencias. Que, para nosotros y eso era verdad, iba a ser muy duro, pero que nosotros ya estábamos jugados, que habíamos tenido lo nuestro y que, de últimas, teníamos experiencias en malos ratos y fulerías. Pero los pibes, los pendejitos de Central, ésos, iban a tener de por vida una marca en sus vidas que los iba a marcar para siempre, como un fierro caliente. Que las cargadas que iban a recibir esos pibes, esas criaturas, en la escuela, los iban a destrozar, les iban a pudrir el bocho para siempre, iban a ser una o dos generaciones de tipos hechos bolsa, disminuidos ante los leprosos, temerosos de salir a la calle o mostrarse en público. Y eso es verdad, hermano, porque yo me acuerdo lo que eran las cargadas en la escuela primaria, sobre todo.
Yo me acuerdo cuándo perdimos cinco a tres con la lepra en el Parque después de ir ganando dos a cero, cuando se vendió el Colorado Bertoldi, que todavía se estará gastando la guita, y te juro que yo por una semana no me pude levantar de la cama porque no me atrevía a ir a la escuela para no bancarme la cargada de los lepra. Los pibes son muy hijos de puta para la cargada, son muy crueles. ¿No viste cómo descuartizan bichos, que agarran una langosta y le sacan todas las patas? Son unos hijos de puta los pibes en ese sentido. Y lo que decía el Colorado era verdad. Ahora todo el mundo habla de la deuda externa, y bueno, hermano, eso era algo así como lo de la deuda externa, que por la cagada de cuatro reverendos hijos de puta que empeñaron el país, la tenemos que pagar todos y los hijos y los hijos de nuestros hijos. Y si estaba en nosotros hacer algo para que eso no pasara, había que hacerlo, mi querido. Además, como decía el Colorado, ya no era el problema de la cargada de los pendejos futbolistas, está también el fato del exitismo. Los pibes ven que gana un equipo y se hacen hinchas de ese equipo, son así, casquivanos. Son hinchas del campeón. Entonces, ponele que hubiese ganado Ñubel y... ¡a la mierda! ... de ahí en más todos los pibes se hacían de Ñubel, ponele la firma. Y no te vale de nada llevarlos a la cancha, conversarlos, hablarles del Gitano Juárez o el Flaco Menotti, ni comprarles la camiseta de Central apenas nacen. No te vale de nada. Los pendejos ven que sale River campeón y son de River. Son así. Y en ese momento no era como ahora que, mal que mal, vos los llevás al Gigante y los pibes se caen de culo. Entonces, cuando van al chiquero del Parque, por mejor equipo que pueda tener Ñul, los pibes piensan “Yo no puedo ser hincha de esta villa miseria” y se hacen de Central. Porque todo entra por los ojos y vos ves que ahora los pibes por ahí ni siquiera han visto jugar a Central o a Ñul y ya se hacen hinchas de Central por el estadio. Es otra época, los pendejos son más materialistas, yo no sé si es la televisión o qué, pero la cosa es que se van de boca con los edificios.
Entonces la cosa estaba clara, había que secuestrar al viejo Casale, o sino aguantarse que quince, veinte años depués, hoy por ejemplo, la ciudad estuviese llena de lepra sos nacidos después de ese partido, y esto hoy ¿sabés lo que sería? Beirut sería un poroto al lado de esto, hermano te juro.
El que organizó la “Operación Eichmann”, como lo llamamos, fue el Colorado. La llamamos así por ese general aleman, el torturador, que se chorearon de acá una vez los judíos ¿viste? y lo nuestro era más o menos lo mismo. El Colorado es un tipo muy cerebral, que le carbura muy bien el bocho y él organizó todo. El Colorado ya no estaba par ese entonces en la O.C.A.L.. La O.C.A.L., no sé si sabés es una organización de acá, de Rosario, que se llama así porque son iniciales, O.C.A.L “Organización Canalla Anti Lepra”. Son un grupo de ñatos como el Ku-Klux-Klan, más o menos, que se reúnen en reuniones secretas y no sé si no van con capucha y todo a las reuniones, o si queman algún leproso vivo en cada reunión. Mirá yo no sé si es requisito indispensable ser hincha de Central, pero seguro seguro, lo que tenés que hacer es odiar a los lepra. Tenés que odiar más a los lepra que lo que querés a Central.
Hacen reuniones, escriben el libro de actas, piensar maldades contra los lepra, festejan fechas patrias de partidos que les hemos ganado, tienen himnos, son como esos tipos los masones esos, que nadie sabe quiénes son. Andan con antorchas. Bueno, de la O.C.A.L., de la O.C.A.L. al Colorado lo echaron por fanático, con eso te digo todo pero es un bocho el Colorado y él fue el que organizó todo el operativo.
Y te la cuento porque es linda, te la cuento porque es linda, no sé si un día de estos no aparece en el “Selecciones” y todo. Averiguamos qué ómnibus iba para Villa Diego, adonde tenía la quinta el hermano del viejo Casale. Desde donde vivía el viejo, ahí por San Juan al mil cuatro cientos, lo único que lo dejaba en ese entonces, si mal no recuerdo, era el 305 que pasaba por la calle San Luis. O sea que el viejo tenía que tomarlo en San Luis-Paraguay o San Luis-Corrientes, no más allá de eso a menos que fuera muy pelotudo y lo fuera a tomar a Bulevar Oroño que no sé para qué mierda iba a hacer eso. Ahora, la. duda era si el viejo se iba a ir en ómnibus o en auto, porque si se iba en auto nos recagaba, pero nos jugábamos a que se iba a ir en ómnibus porque auto no tenía y seguro que el hermano tampoco tenía porque debía ser un muerto de hambre como él, seguramente. Y te digo que la cosa venía perfecta, porque el viejo nos había dicho que iba a salir bien temprano para no infartarse con las bocinas o sea que nosotros podíamos combinarlo con el horario de salida nuestra para el partido. Porque también nos cagaba si salía a la una de la tarde para Villa Diego porque después ¿cómo llegábamos nosotros a Buenos Aires para la hora del partido con el quilombo que era la ruta y en un ómnibus de línea? Lo más probable es que nos hiciéramos pelota en el camino por ir a los pedos. Y por otra parte, hermano, Villa Diego queda saliendo para Buenos Aires o sea que la cosa estaba clavada, era posta posta.
Después hubo que hablar con los otros muchachos, porqu e convencer al Rulo no nos costó nada, a él le daba lo mismo y, además, le contamos los entretelones del asunto. Te digo que el Colora manejó la cosa como un capo, un maestro. El asunto era así, el Rulo es un fana amigo de Central que tiene un par de ómnibus, está muy bien el Rulo. Y en esa época tenía un par de coches en la línea 305. Fue un ojete así de grande, porque si no teníamos que conseguir otro coche, cambiarle el color, pintarlo, qué sé yo, ponerle el número, un laburo bárbaro. Pero el Rulo tenía dos 305 y con uno de ésos ya tenía pensado pirarse para el Monumental el día del partido y más bien que se llevaba como mil monos que también iban para allá. Lo sacaba de servicio y que se fueran todos a la reputísima madre que los parió, no iba a perderse el partido ese.
Entonces, el Rulo, con los monos arriba Y nosotros, tenía que estar con el ómnibus preparado, el motor en marcha, por España, estacionado. Y el Miguelito se ponía de guardia, tomando un café, justo en un boliche de ahí cerca desde donde veían la puerta de la casa del viejo Casale. Creo que a las cinco, nomás, de la matina, ya estaba el Miguelito apostado en el boliche haciéndose el boludo y junando para la casa del viejo. Te juro que ni los tupamaros hubieran hecho un operativo como ése, hermano. Fue una maravilla.
Apenas vio que salía el viejo con una canastita donde seguro se llevaba algún matambre casero, algo de eso, el pobre viejo, el Miguelito cazó una Vespa que tenía en ese entonces, dio la vuelta a la manzana y nos avisó. Cargó la moto en el ómnibus, en la parte de atrás, detrás de los últimos asientos y nos pusimos en marcha.
Ya les habíamos dicho a tres o cuatro pendejos, de esos quilomberos de la barra, que se hicieran bien los sotas, que no dijeran ni media palabra y se hicieran los que apoliyaban. Nosotros también, para que no nos reconociera el viejo, estábamos en los asientos traseros, haciéndonos los dormido, incluso con la cara tapada con algún pulover, como si nos jodiera la luz, o con algún piloto.
Te digo que el día había amanecido frío y lluvioso, como la otra fecha patria, el 25 de Mayo. Además, el quilombo había sido guardar y esconder todas las banderas, las cornetas, las bolsas con papelitos, los termos, todo eso. Uno de los muchachos llevaba una bandera de la gran puta que medía 52 metros ¡52 metros, loco! Media cuadra de bandera que decía “Empalme Graneros presente” y tuvimos que meterla debajo de un asiento para que el. viejardo no la vichara.
La cosa es que el viejo subió medio dormido y se sentó en uno de los asientos de adelante que ya habíamos dejado libre a propósito para que no viera mucho del ómnibus. Rulo le cobró boleto y todo. Y nadie se hablaba como si no nos conociéramos. Y como el ómnibus iba haciendo el recorrido normal, el viejo iba lo más piola, mirando por la ventanilla. La cuestión es que llegamos a Villa Diego y el viejo tranquilo. Cada tanto, cuando nos pasaba algún auto con banderas en el techo, tocando bocina, el viejo miraba a los que tenía cerca y movía la cabeza como diciendo “¡Mirá vos!”.
Se ve que tenía unas ganas de hablar pero nadie quería darle mucha bola para no pisarse en una de ésas. Así que nos hacíamos todos los dormidos. Parecía que habían tirado un gas adentro de ese ómnibus hermano. Como cuando se muere algún ñato ¿viste? que se queda a apoliyar en el auto con el motor prendido y lo hace cagar el monóxido de carbono, creo. Bueno, así parecía que a nosotros nos había agarrado el monóxido de carbono. Pero, cuando llegamos a Villa Diego, por ahí el viejo se levanta y le dice al Rulo “En la esquina, jefe.”. Y yo no sé qué le dijo el Rulo, algo de que ahí no se podía parar, que estaba cerrado el tráfico, que había que seguir un poco más adelante y el viejo se la comió, pero se quedó paradito al lado de la puerta. Al rato, por supuesto, de nuevo el viejo, “En la esquina”. Ahí ya el Rulo nos miró, porque se le habían acabado los versos. Y ahí, hermano... ¡vos no sabés lo que fue eso! Fue como si nos hubiésemos puesto todos de acuerdo y te juro que ni siquiera lo habíamos hablado. Empezaron los muchachos a desplegar las banderas, a sacar las cornetas y las banderas por la ventana, y a los gritos, hermano, “¡Soy canalla, soy canalla!” por las ventanas.
Pero no para el lado del viejo, el pobre viejo, que la cara que puso no te la puedo describir con palabras, sino para afuera, porque los grones, con lo quilomberos que son, se habían ido aguantando hasta ahí sin gritar ni armar quilombo para no deschavarse con el viejo, pero cuando llegó el momento agarraron las banderas, empezaron a sacar los brazos y golpear las chapas del costado del ómnibus y también el Rulo empezó a seguir el ritmo con la bocina.
¿Viste esas películas de cowboy, cuando los choros van a asaltar una carreta donde parece que no hay nadie, o que la maneja nada más que un par de jovatos y de golpe se abren los costados y aparecen 17.000 soldados que los cagan a tiros? ¿Que levantan la lona y estaban todos adentro haciéndose los sotas? Bueno, ese ómnibus debió ser algo así. De golpe se transfonnó en un quilombo, un escándalo, una de gritos, de bocinazos, cornetas, una joda. ¡Y la gente al lado de la ruta! Porque desde la madrugada ya había gente a los costados de la ruta esperando que pasaran las caravanas de hinchas. Era para llorar, eso, conmovedor, te saludaban, gritaban, levantaban los puños, por ahí algún lepra, a las perdidas, te tiraba un cascotazo... Pero vuelvo al viejo, el viejo, no sabés la caripela que puso. Porque nosotros lo estábamos mirando porque decíamos: éste es el momento crucial. Ahí el viejo o cagaba la fruta, el corazón se le hacía bosta, o salía adelante. El viejo miraba para atrás, a todos los monos que saltaban y cantaban y no lo podía creer. Se volvió a sentar y creo que hasta San Nicolás no volvió a articular palabra. Te digo que el Rábano, el hijo de la Nancy ya se había ofrecido a hacerle respiración boca a boca llegado el caso, que era algo a lo que todos, mal que mal, le habíamos esquivado el bulto porque, qué sé yo, te da un poco de asco, además con un viejo.
Pero mirá, te la hago corta. Mirá, cuando el viejo ya vio que no había arreglo, que no había posibilidad de que lo dejáramos bajar del ómnibus, se entregó, pero se entregó entregó. Porque, al principio, nosotros nos acercamos y nos reputeó, nos dijo que éramos unos irresponsables, unos asesinos, que no teníamos conciencia, que era una,verguenza, qué sé yo todo lo que nos dijo. Pero después, cuando nosotros le dijimos que él estaba perfecto, que estaba hecho un toro, que si se había bancado la sorpresa del ómnibus quería decir que ese cuore se podía bancar cualquier cosa, empezó a tranquilizarse. El Colorado llegó a decirle que todo era una maniobra nuestra para demostrarle que él estaba perfectamente sano y que incluso el médico estaba implicado en la cosa.
Mirá hermano, y creéme porque es la pura verdad ¿qué intención puedo tener en mentirte, hoy por hoy? mucho antes ya de entrar en Buenos Aires ese viejo era el más feliz de los mortales, te lo digo yo y te lo juro por la salud de mis lujos. El viejo cantaba, puteaba, chupaba mate, comía facturas, gritaba por la ventana y a la cancha se bajó envuelto en una bandera. No había, en la hinchada, un tipo más feliz que él. Vino con nosotros a la popu y se bancó toda la espera del partido, que fue más larga que la puta que lo parió y después se bancó el partido. Estaba verde, eso si, y había momentos en que parecía que vos lo pinchabas con un alfiler y reventaba como un sapo, porque yo lo relojeaba a cada momento. Y después del gol del Aldo, yo lo busqué, lo busqué porque fue tal el quilombo y el desparramo cuando el Aldo la mandó adentro que yo ni sé por dónde fuimos a caer entre las avalanchas y los abrazos y los desmayos y esas cosas. Pero después miré para el lado del viejo y lo vi abrazado a un grandote en musculoso casi trepado arriba del grandote, llorando. Y ahí me dije: si éste no se murió aquí, no se muere más. Es inmortal. Y después ni me acordé más del viejo, que lo que alambramos, lo que cortamos clavos, los fierros que cortamos con el upite, hermano, ni te la cuento. Eso no se puede relatar, hermano, porque rezábamos, nos dábamos vueltas, había gente que se sentaba entre todo ese quilombo porque no quería ni mirar. Porque nos cagaron a pelotazos, ya el segundo tiempo era una cosa que la tenían siempre ellos y ¿sabés qué era lo fulero, lo terrible? ¡Qué si nos empataban nos ganaban, hermano, porque ésa es la justa! ¡Nos ganaban esos hijos de puta! ¡Nos empataban, íbamos a un suplementario y ahí nos iban a hacer refocilar el orto porque estaban más enteros y se venían como un malón los guachos! ¡Qué manera de alambrar! Decí que ese día, Dios querido, yo no sé que tenía el flaco Menuttl que sacó cualquier cosa, sacó todo, vos no quieras creer lo que sacó ese día ese flaco enclenque que parecía que se rompía a pedazos en cada centro. Le sacó un cabezazo de pique al suelo a Silva que lo vimos todos adentro, hermano, que era para ir todos en procesión y besarle el culo al flaco ése ¡qué pelota le sacó a Silva! Ahí nos infartamos todos, faltaban cinco minutos y si nos empataban, te repito, éramos boleta en el suplementario. Me acuerdo que miro para atrás y lo veo al viejo, blanco, pálido, con los ojos desencajados, pobrecito, pero vivo. Y ahora yo te digo, te digo y me gustaría que me contesten todos esos que ahora dicen que fue una hijaputez lo que hicimos con el viejo Casale ese día. Me gustaría que alguno de esos turritos me contestara si alguno de ellos lo vio como lo vi yo al viejo Casale cuando el referí dio por terminado el partido, hermano. Que alguno me diga si, de puta casualidad, lo vio al viejo Casale como lo vi yo cuando el referí dio por terminado el partido y la cancha era un infierno que no se puede describir en palabras. Te digo que me, gustaría que alguien me diga si alguien lo vio como lo vi yo. ¡La cara de felicidad de ese viejo, hermano, la locura de alegría en la cara de ese viejo! ¡Que alguien me diga si lo vio llorar abrazado a todos como lo vi llorar yo a ese viejo, que te puedo asegurar que ese día fue para ese viejo el día más feliz de su vida, pero lejos lejos el día más feliz de su vida, porque te juro que la alegría que tenía ese viejo era algo impresionante! Y cuando lo vi caerse al suelo como fulminado por un rayo, porque quedó seco el pobre viejo, un poco que todos pensamos; “¡qué importa!” ¡Qué más quería que morir así ese hombre! ¡Esa es la manera de morir para un canalla! ¿Iba a seguir viviendo? ¿Para qué? ¿Para vivir dos o tres años rasposos más, así como estaba viviendo, adentro de un ropero, basureado por la esposa y toda la familia? ¡Más vale morirse así, hermano! Se murió saltando, feliz, abrazado a los muchachos, al aire libre, con la alegría de haberle roto el orto a la lepra por el resto de los siglos! ¡Así se tenía que morir, que hasta lo envidio, hermano, te juro, lo envidio! ¡Porque si uno pudiera elegir la manera de morir, yo elijo ésa, hermano! Yo elijo ésa


http://www.negrofontanarrosa.com/

lunes, 23 de agosto de 2010

"Papá"

El 12 de mayo del 2009, alrededor de las 09:00 a.m., llegabas al mvndo, mientras yo llegaba a Lima lvego de qve tv mamá me llamara la noche anterior (10 segvndos dvro sv llamada porqve se le acabó el crédito) para darme la noticia qve tanto habíamos estado esperando; estaba camino al hospital jvnto a mis svegros porqve se le había roto la fvente.



Cvando te ví por primera vez lvego de vn par de horas más, en mi interior empezó vn bombardeo de emociones. Cvando te cargvé segvndos despves, a ese bombardeo interno, se le svmaron imágenes qve pasaron rápidas por mi cabeza, pero fveron svficientes para ponerme claro qve la vida pasa sin qve te des cventa, y sin percatarte, terminas vna etapa de tv vida, y comienzas otra.

Te pregvntarás el porqve te cvento esto.......

Lvego de la grata impresión de saber qve eres padre, y de la posterior preocvpación porqve no te falte nada en esos primeros días (qve frágiles que somos), llegámos a casa, y el pasar de las semanas nos vvelven a estabilizar la vida.

Yo vvelvo a ir semana a semana a cada partido de ALIANZA, vvelvo felíz cada vez qve nos toca ganar, y recontra "azado" cvando nos toca perder, pero estoy ahí, en la t.v. noticias de ALIANZA, en la internet noticias de ALIANZA, conversación de amigos ahí está ALIANZA, me despierto, desayvno, almverzo, ceno, me dvermo con ALIANZA.

Hasta ahí todo bien, pero sin darme cventa llega vn momento en qve la familia (hasta ahora tv mamá, tv y yo) me reclama el fin de semana. Lvego de semanas, y hasta meses, de largas conversaciones, y hasta amenazas de llevarme a un psicólogo por el tema de la adicción a ALIANZA, hasta llegar al borde del "divorcio", me siento, o me qvedo parado (qve se yó, pero ese momento llega como vna alerta o vn flash en la cabeza) y me doy cventa qve ya no soy el Jhordan qve era soltero, y qve hacía lo qve qvería con mi vida (en el bven sentido de la palabra), sin rendirle cventas a nadie. Ahora tenía qve pensar por tres, y bvscar la plata por los tres.

Yo sé qve hay millones de hinchas qve a pesar de las miles de dificvltades qve se les pvedan presentar están ahí, presentes en el estadio, pero en mi caso, tengo qve dejar la pasión a vn lado y ser racional, objetivo.

Cvando era soltero, no tenía trabajo, por ende tampoco plata (propia), moría por estar viendo en vivo y en directo a la BLANQVIAZVL, y ahora qve soy casado, tengo trabajo, por ende algvna platita, tengo qve establecer prioridades, y la de ir al templo tvvo qve sederle el paso por vn tiempo a ti. "¿Cvánto para la entrada?", "¿cvánto para los pasajes?", "¿a qvé hora es?", "¿domingo?... caballero, es el vnico día qve tengo para pasarla contigo" . Ahora todo se ha convertido en litros de leche, en paqvete tras paqvete de pañales, en el ahorrito para el depa propio qve deseamos tener con mamá, en la medicina si te nos enfermas, etc, etc, etc.....

En estos vltimos meses, sólo he ido al partido contra las gayinas en la refri de Gremco (ganámos 1-0), donde sólo ví el primero tiempo, el 2do. tiempo me agarró en vn taxi camino a la clínica donde te llevaron de emergencia (papá, qve tareita), y el vltimo fve el qve le ganámos a los chiclayanos en el templo. Me recontra friega el tener qve priorizar, pero como se escvcha siempre, "el ser papá te cambia la vida"; svena a palabreo, pero es así, de vna cachetada la vida se encarga de decirte qve ahora no estás sólo, tienes a algvien qve depende de ti.

Me cvesta escvchar los partidos por la radio, en cvalqvier momento me matan de la impresión ....... "¡ggggggggggggggggggggggggggggggooooooooooooooooooooooo..............lpea en el travesaño!", "ya, ya, ya, ya,........ saqve de meta", la internet es vn aliado más sobrio, pero mvy frío, la tele vn amigo qve veo de vez en cvando para ver los partidos, pero ahora estoy por esta etapa, la de tratar de ser el mejor padre del mvndo jajajaja, me río porqve ¿algvien está preparado para esto?, por momentos me entran los nervios al sentir qve avn no dejo de ser hijo (en sentido figvrativo, porqve nvnca lo dejaremos de ser) y ya soy papá.

Llegará otra etapa (espero qve no demore mvcho) en la qve me pedirás ir al estadio; al ALEJANDRO VILLANUEVA por svpvesto .... mentira, otra cosa qve también he tenido qve aceptar es comprender qve tv eres libre de elegir cvales serán tvs colores, claro está, entre esos colores sólo se aceptan los del Carlos Manvcci, el Mvnicipal, Ciclista Lima, Vallejo, Chacarita, Boca, el Barza, o el Champagnat de Trvjillo.

Este post lo quise escribir para estar tranqvilo conmigo mismo, y es qve sentía qve estaba en falta con la GLORIOSA, no con los jvgadores, qve al fin y al cabo pasan, pero si con la camiseta, la más hermosa de todas, la AZVL Y BLANCO, y el escribir para mi, como qve me relaja y amanza esa cvlpa. El sacrificio valdrá la pena, en MATVTE ya hay tres lvgares separados, para ti, para mamá y para mi.

¡ARRIBA ALIANZA SEBASTIAN!

miércoles, 28 de julio de 2010

ALIANZA LIMA es el Perv, y el Perv es ALIANZA LIMA

Felices fiestas patrias.

A continvación vn peqveño reportaje sobre la historia de nvestro Clvb, aprovechando las fiestas patrias, qve más pervano qve nvestro ALIANZA LIMA.









domingo, 11 de julio de 2010

Clásicos - "A medias"

Miercoles 07-07-10, llego del trabajo y mientras me baño tv mamá me comenta qve me tiene vna sorpresa, y a la vez me pregvnta si el sábado pvedo salir a las 12:00 p.m. del trabajo.

Me parece extraño, pero le digo qve no pvedo, mi hora de salida es a las 13:00 y no pvedo pedir permiso. Noto sv enojo y me dice qve segvro si jvgaría ALIANZA si pediría permiso para ir al estadio; es cierto, lo pienso, pero le respondo qve no. Ya para ese momento había svrgido vn "corto circvito" entre los dos.

Estamos a pvnto de dormir cvando me alcanza mi billetera y me dice qve la abra; lo hago y encventro dos entradas para el clásico del sábado. Nvnca pensé qve no me pondría alegre al ver vna entrada para ver a mi ALIANZA. Estaría más preocvpado en cvidar a mamá qve en ver el partido, además de qve si voy a svr es para estar en el medio, cantando los noventa y tantos qve dvre el partido, pero no sentado a vn lado. Se pone a llorar al mismo tiempo qve me dice qve soy vn "frío" y mal agradecido, apagámos la lvz y "hasta mañana".

Llega el sábado, me llega vn mensaje de mamá pregvntándome en donde nos encontraríamos para ir al partido, le respondo de mala gana qve en plaza San Migvel a las 13:30. Nos encontramos y sin dirigirnos palabra svbímos al bvs. Llegamos al gallinero, me pican los pies y la garganta, nos vamos a vn lado entre oriente y svr. Sale ALIANZA, fiesta popvlar, salto, canto, vivo mi partido, la preocvpación y el enojo desaparecen y sólo aliento. Minvtos despves del inicio, algvien me grita qve me siente, qve deje ver el partido, no hago caso, pero lvego vn desconocido me grita qve deje ver, le qviero decir sv vida, pero estaba con Yane, sólo le respondo: "esta es popvlar svr, si qviere sentarse está occidente v oriente"; no entiendo como pveden vivir vn partido como si estvvieran en vn teatro.

Minvto treinta aproximadamente, svena mi celvlar, es tv abvelo materno, le entrego el celvlar a Yane para qve conteste, pero ella no lo hace. Me qvedo vn poco preocvpado, pero mamá me dice qve esté tranqvilo, tv estás con sv mamá y papá. Desde ese momento el partido pasó a 2do. plano, mi cabeza pensaba más en lo qve podría estar pasando en casa, era raro qve llame tv abvelo. Termina el primer tiempo y en el celvlar hay vn mensaje de voz. No podemos escvcharlo bien por la gente qve canta, así qve sólo alcanzamos a entender "está mal". Sin dvdarlo le digo a mamá qve vayámos a la parte trasera de la tribvna para llamar a casa, hablámos con tv abvela y nos dice qve estás mal, con fiebre y no paras de llorar. Se acabó el clásico para mi, con el svsto mamá y yo dejámos de lado la pelea qve tvvímos desde el miercoles y decidímos salir del estadio.

Caminando las 10 cvadras o más qve estaban cerradas, me pongo a pensar qve ya no estoy sólo, ya no soy el qve sigve a sv ALIANZA sin importarle nada, ahora tengo qve pensar por dos personas más. Miro hacia atrás, la calle desierta, veo esa congeladora, es la primera vez qve dejo vn partido al medio tiempo, y al instante otra llamada de casa, habías arrojado dos veces. Sin pensarlo trato de parar el primer taxi qve veo, svbímos con mamá nerviosos, camino a casa llamo para indicarle a tv abvela qve vaya llevándote a la clínica, nosotros iríamos defrente.

Al momento me parece escvchar por la radio del taxi qve ALIANZA ganaba vno a cero, no le doy tanta importancia, sólo qviero llegar a la clínica.


Por fin llegámos, mamá y tv abvela entran contigo a la sala de emergencia, me siento a esperar, sale tv abvela, me dice qve te han colocado vna ampolla y te han metido al agva para bajarte la fiebre pero estas bien. Me qvedo más tranqvilo, llamo a mi papá, "¿cvanto qvedó ALIANZA?.... GANÁMOS". Le cvento todo lo qve había pasado y me dice qve esas cosas pasan cvando vno es papá.


Lvego de vn par de horas regresámos a casa, tranqvilos, entro a internet para ver el gol, fve a inicio del 2do. tiempo, cvando estabamos caminando en bvsca de vn taxi.

Esto de ser padre no es broma, ya llevas vn año y dos meses (y vnos días más), talvez no sea la primera ocasión qve pase estos svstos, pero no se te ocvrrió mejor día para empezar, trivnfo GRONE en el estadio de Gremco, gol, y tv mamá conmigo caminando en vna avenida desierta a las afveras de la refrigeradora.